El Reposo de Dios ¡Todo es Vuestro! 1 Cts 3:21


 


El apóstol Pablo, utilizando el poderoso lenguaje de fe posicional o promesa consumada, enseña que los creyentes, por ser herederos en Cristo, ahora deben considerar, que todas las cosas pertenecientes a la vida “ya les han sido entregadas.”


1 Corintios 3. 21…porque todo es vuestro, …sea lo presente, sea lo porvenir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.


  Alrededor del año 1984, escuché una anécdota que contaba la historia de un joven que trabajó por muchos años, con tal de ahorrar suficiente, para poder pagar su pasaje y cumplir su sueño de poder emigrar y alcanzar para sí un mejor porvenir.

Por fin llegó el día de abordar, todo era alegría y celebración. Pasado algún tiempo, después de haber zarpado la embarcación, el muchacho escuchaba entusiasmado la música y el ambiente festivo, sin embargo, siendo este consciente de sus limitaciones económicas, prefería permanecer mayormente en su cabina.

Pasados algunos días, y al no poder aguantar más el hambre, decidió salir a comer todo cuanto pudo, después de lo cual regresó muy arrepentido a su habitación.

Al día siguiente alguien tocó a la puerta, pero el joven asustado pensando que le iban a cobrar todo lo que había consumido la noche anterior, y después de pensarlo por un momento, prefirió no abrir. Durante el resto del día solamente había un pensamiento en su mente, y este era, ¿y ahora: cómo voy a pagar?

Nuevamente, el próximo día tocaron a la puerta y este temerosamente la abrió. Para su sorpresa, el mismo capitán de la embarcación estaba frente a él queriendo saber cuál era su estado de salud y preguntando la razón por la que prácticamente no se le había visto fuera de su cabina.

Ante esto, el joven explicó que las limitaciones económicas habían sido la causa de su aislamiento. Además, se disculpó y ofreció trabajar por la comida y bebida que había consumido anteriormente. El capitán, mirándolo sorprendido y con un gesto amable, le explicó que con el pago de su tiquete “ya todo estaba incluido.”

 Claro es que para aquel entonces el concepto de “todo incluido” era bastante novedoso, por lo que muchas personas todavía no estaban familiarizadas con esta práctica.

Resumiendo, este joven pudo haber disfrutado de todos los beneficios desde el primer momento, puesto que ya todos los gastos estaban pagos desde el principio: ¡pero él no lo sabía!, y la omisión de este pequeño, pero importante detalle le hizo pasar por días que pudieron haber sido muchísimo mejor.

Todos en la vida nacemos con sueños y aspiraciones, y quizá lo más relevante, es tener la actitud y la constancia para reconstruir nuevos caminos y aprender aún de nuestros propios desaciertos.

Muchos de estos errores involuntarios, se originan a la hora de tener que tomar decisiones. Especialmente, cuando no contamos con toda la información necesaria para hacer la mejor elección, ¡algo así me tocó vivir cuando viajé por primera vez a Norte América!

De niño viví en una región rural muy pobre de la zona Atlántica de Costa Rica. A pesar de esto, ya para el año 1995, contaba con alguna experiencia misionera en Centroamérica.

En el año 1998, tuve la oportunidad de hacer una gira por los Estados Unidos de Norte América. Tras haber estado más de un mes en la preciosa isla de Puerto Rico, mi próxima parada fue el estado de New Jersey, en donde estaría compartiendo, “un mensaje de reposo y de restauración.”

 En una hermosa noche de domingo y tras haber finalizado una exitosa conferencia, fui invitado a cenar en un sitio exclusivo del estado de New York.

Una vez ahí, no podía dejar de pensar en mi barrio y el gran cambio que estaba viviendo, ¿cómo no comparar las pequeñas casitas de madera y las carreteras polvorientas con los edificios altos y las grandes autopistas? Todo aquello que estaba viviendo era simplemente algo que por muchos años sabía que sucedería, pero que ahora “el sueño se estaba haciendo realidad.”

Al fin llegamos al sitio de la cena; cuando entré a este lugar fue difícil disimular la impresión visual que me causó. Fuera por la sencillez, por la inexperiencia o por timidez, no solo sentía como que caminaba en el aire, sino que era como si hubiera entrado “a una cena celestial” (Apocalipsis 19:7,8). La comida abundaba, los utensilios y la cristalería brillaban, la iluminación era perfecta, todo estaba impecable y en absoluto orden y exquisitez.

Tal fue la impresión que dicho lugar tuvo, que pensé para mí mismo: ¡Qué pena para con quien deba pagar la cuenta!, “este lugar debe de ser extremadamente caro, voy a comer lo menos posible.”

¿Cómo poder olvidar?, ¡me moría de hambre aquella noche! Sin embargo, cada vez que me decían: pida lo que quiera, o ¿se le ofrece algo más? Yo respondía tímidamente: No, estoy bien, muchas gracias.

Los años han pasado, pero la memoria de esta experiencia (aunque hasta chistosa pareciera) me ha servido para tener presente lo desventajoso que puede ser para el creyente, ignorar los recursos provistos por la sabiduría de Dios desde la eternidad para nuestro bien.


Oseas 4. 6Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.


Aquella noche me había sucedido prácticamente lo mismo que al joven de la embarcación; puesto que todo ya había sido previamente cancelado, la variedad y cantidad de alimento no habría cambiado en nada, el precio anteriormente pagado.

Es importante notar que además del apóstol Pablo -y su doble “todo es vuestro”- (1 Corintios 3: 21-23). También el apóstol Pedro se declara partícipe de una fe que le hacía poseer en el presente, “lo que en el tiempo aún estaría por venir” (1 Pedro 5:1).

A pesar de que aquella gloria no había sido revelada (al menos no plenamente), ya Pedro estaba siendo partícipe de ella; de aquí la relevancia que tiene apropiarnos del conocimiento y la sabiduría que nos facilite recibir “todas las cosas que, desde el Día Perfecto han sido preparadas para cada uno de sus hijos” (Efesios 1:3; 2:10).

Utilizando este mismo lenguaje de posicionamiento y de fe, el apóstol Pedro afirma que: “todas las cosas que pertenecen a la vida,” ¡ya nos han sido dadas! Según él, esta condición de abundancia y riqueza se adquiere a través del poder y el conocimiento de Aquel, quién en su gloria y excelencia nos ha hecho un llamamiento para heredar preciosas y grandísimas promesas (2 Pedro 1:3,4).

Lo interesante aquí, es darnos cuenta, que en ambos textos se emplea la palabra griega epignosis que significa conocimiento exacto; dándonos a entender que conocer exactamente que es nuestro y que se nos ha dado, viene a ser la llave que estimula el entendimiento que nos abre la puerta, por medio de la cual recibimos todo aquello que, desde la eternidad, ha sido provisto para nuestra victoria.

Tan importante es el epignosis o “conocimiento exacto” que Jesús mismo dijo: esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a su hijo Jesucristo a quien tú has enviado (Juan 17:3).

Sin lugar a duda, la comprensión y aplicación de la gracia creativa de Dios en nuestras vidas, no dependerá de la cantidad de información que a lo largo del tiempo hayamos acumulado.

 Podemos bien estar rodeados de sabiduría y todavía no entenderla, el entendimiento de ella no dependerá de nuestra capacidad intelectual. El revelarla o entregarla es un privilegio que Dios concede a quienes buscan conocer las riquezas de lo posicional y eterno, y no tan solamente la vanidad pasajera de aquello que es temporal.

En su carta a los Romanos, el apóstol Pablo declara que la plenitud de vida o vida eterna es para aquellos, que, fijando sus ojos más allá de lo pasajero, buscan gloria, honra e inmortalidad (Romanos 2:7).

Solo aquel, que es guiado por la fe de Dios manifestada en el Hijo heredero o postrer Adán, será capaz de adentrarse en la eternidad del Reino Invisible; la dimensión que, en nuestro espacio de tiempo, solo podemos encontrar y experimentar a través de la fe del hijo de Dios (2 Corintios 3:18; Gálatas 1:16; 1 Corintios 1:24; 2 Corintios 5:7; Hebreos 11:1, 3, 27). 

Escrituralmente hablando, no podemos negar que Dios ha dispuesto un lugar especial, en el que ha depositado todo aquello que ha sido destinado, para los que aman las riquezas de su gloria y su verdad.

El Eterno en su sabiduría ha preparado un camino de bien, provisto de todo lo necesario; y dependerá de aquel que buscándolo con diligencia pueda encontrarlo.

Todo aquel que sea capaz de remover la cortina que limita lo temporal y logre entrar en su Día Bendito, se dará cuenta de que Dios: “ya había preparado, de antemano, toda clase de obras buenas, para que nosotros un día camináramos en conexión con cada una de ellas” (Efesios 2:9,10; Efesios 1:3).

Según podemos notar, es de suma importancia para el creyente ser capaz de apropiarse de todos aquellos recursos provistos para cada uno de sus hijos. Para esto, es necesario abandonar la edad propia de la niñez espiritual y ejercitar los sentidos de tal manera que la medida plena de Cristo y su Día Perfecto sea manifiesto a nuestro favor (1 Corintios 5:8; Gálatas 1:4; Efesios 4:14 Hebreos 5:13).

En definitiva, es solo hasta que aprendemos a utilizar cada uno de los códigos eternos o llaves de fe, que seremos capaces de irrumpir en la dimensión en dónde nuestros anhelos se hacen realidad, la dimensión del presente continuo del Hoy Eterno de Dios o ¡Día Que No Terminó! 

Porción tomada del libro: El Reposo de Dios; Entrando al Día Perfecto, ¡El Día Que No Terminó!

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Autor: Milton Alonso Granados Casa Publicadora: Authorhouse.

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