Orando y Viviendo Proféticamente.





Ø  Viviendo Proféticamente.
Por. Milton Alonso Granados.
Ministerio del Evangelio Eterno del Principio y fin de los Siglos.

En los siguientes dos ejemplos bíblicos, unos reciben todo aquello que su corazón a anhelado y los otros a pesar de sus múltiples intentos por mover la mano de Dios se quedarán sin siquiera haber sido escuchados, por lo tanto, habrán de recibir nada.

El apóstol Santiago nos declara en su carta 4.3Pedís, y no recibís, porque pedís mal.” Según esta afirmación, la razón por la que la puerta del cielo permanece cerrada al creyente; no se debe a falta de pasión, de sinceridad o de entrega en sus oraciones; sino más bien, a la falta de comprender el propósito o designio de aquél que mueve todas las cosas según el poder de su divina voluntad.
El apóstol Juan afirma lo contrario a Santiago cuando nos dice: 1 Juan 5.14Y esta es la confianza que tenemos en él, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Entendemos entonces, que la oración es básicamente la llave que nos abre la puerta para que puestos de acuerdo con el dador de todas las cosas, recibamos todo aquello que la provisión divina a destinado para enriquecer tanto nuestro universo interior como nuestro mundo exterior y todos quienes nos rodean.

La misma oración al “Padre Nuestro” dictada por Jesús nos enseña que orar es pedir la sabiduría y la capacidad para evitar o no hacer nuestra voluntad; sino que la voluntad del cielo sea completamente establecida sobre nuestras vidas y sobre toda su creación.  

Cuando bien intencionados, pero mal fundamentados intentamos recoger aquello que el cielo no ha sembrado en nuestro camino entonces nuestro corazón desfallecerá envuelto en una ilusión de algo que no ha sido determinado para que se cumpla en ese preciso momento de nuestro caminar.

Isaías 29.8Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento.

No olvidemos, que como nos dice una antigua alabanza “fe mueve la mano de Dios,” y es que poner nuestra confianza en su voluntad eterna y confiar en las buenas obras preparadas en forma de camino para que andemos sobre ellas, es lo mejor que podemos hacer si realmente queremos alcanzar resultados verdaderos y permanentes que activen el poder profético y vivificante de la escritura del cielo y su libro de las obras y de la vida sobre nosotros.

Efesios 2.9no por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Es importante entender aquí con claridad que según el contexto del verso nueve no se trata de hacer obras humanas o de la ley, sino por el contrario se trata de encontrar el camino que Dios preparó llenándolo con buenas cosas u obras para que anduviésemos con facilidad y bendiciones en este corto, pero maravilloso viaje de la vida.

Isaías 42. 16Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé.

Pero ¿y qué pasa con las oraciones de aquél que ora pidiendo cosas fuera de tiempo o en contra del consejo establecido en su divina voluntad? La escritura es clara en responder acerca de esto; y es que Dios oye solo a quien ora proféticamente o conforme a lo escrito por la mano divina en su libro de la vida y de las obras de los hombres. Es en esta voluntad, que el hijo de Dios sabiendo leer ha aprendido a pasar las páginas correctamente, llenado así los espacios en blanco dejados intencionalmente por el Padre de modo que podamos ejercer apropiadamente el uso de nuestro libre albedrio, y así encontremos la luz y el camino que Él mismo preestableció -mucho antes de nuestro nacimiento- como un sello para nuestra protección y bienestar. (Efesios 2:10).

Jeremías 1. 5Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. 7Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.


 


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