La Sabiduría Oculta. Parte N.2
El lenguaje de dos siglos. Parte N.2
Por. Milton Alonso Granados
Ministerio del Evangelio Eterno del Principio y Fin de los Siglos. Ap.14.6
La sabiduría de un
pueblo.
Nuestro Señor
Jesucristo, continuamente se mantuvo rodeado de gente que triste e irónicamente
fue cegada por la sabiduría proveniente de una impresionante formación y manejo
escritural.
Recordemos que los
judíos estaban supuestos a conocer la mente divina, puesto que para esto eran
altamente preparados desde su niñez, basta con observar lo que el rabino
Jehudah escribió en la misná:
A
los 05 años se les enseñaba la lectura de la Biblia.
A
los 10 años la Misná.
A
los 13 años se les consideraba: Ligados a los mandamientos o hijos de la Ley.
(Algunos que
destacaban a los 13 años se les enviaba a estudiar con un gran maestro como en
el caso de Pablo).
A
los 15 años se les enseñaba el estudio del Talmud.
Merrill C Teney en su libro: Nuestro Nuevo
Testamento (Pg.127) nos confirma y amplia esta verdad.
Antes de que el niño fuera a la escuela, debía de
haber aprendido ya en el hogar el Shema, o credo judío (Deuteronomio 6:4), al que se refirió el
Señor Jesús cuando le preguntaron cuál era el más grande mandamiento de la ley (Mateo 22:35-38). Debía de haber
memorizado también algunos pasajes de la Torah, algunos de los proverbios más
familiares y algunos Salmos selectos. En la escuela tendría que repetir las
palabras de la Torah cuando el maestro dirigiera los ejercicios. Acostumbraba
el maestro sentarse en una plataforma teniendo a sus alumnos sentados en el
suelo, formando semicírculo alrededor de él, así como Pablo se sentó “a los
pies de Gamaliel” (Hechos 22:3). A medida que el discípulo avanzaba, recibía
instrucción en la Mishna y en el Talmud, y si demostraba ser inteligente y
observador acababa por enviarle a una de las escuelas profesionales de los
escribas.
No podemos pasar
por alto el efecto letal que la letra produce cuando no esta acompañada por la
revelación divina. La muerte no es ajena a la mucha letra (2 Corintios 3:6). Y el estudio se había convertido en la etiqueta del orgullo y la
arrogancia, que por estar colgando enfrente de sus ojos no les permitía ver.
El lenguaje de dos siglos y el apóstol
Pablo.
No es de extrañar
que el apóstol Pablo debió ser cegado por la luz de la verdad, de tal modo que
“escamas cayeron de sus ojos” (Hechos 9:18). Escamas de
creencias preconcebidas, de conocimiento humano adquirido religiosamente por el
arduo estudio de las escrituras.
Sin duda tan
formidable preparación y gran conocimiento acumulado desde su niñez fueron el principal impedimento de
Saulo al no poder reconocer a Jesús como su Dios y Salvador. De tal modo, que
contradictoriamente nos encontramos con un erudito que se vio así mismo
peleando en contra de su Maestro. No puedo evitar preguntarme ¿A cuántas de
esas rígidas reglas (hermenéuticas, exegéticas y culturales), debió de
renunciar el apóstol para dar paso a esta nueva revelación? Ahora entendemos la
razón por la que este hombre (debido a su propia vivencia)
nos asegura que ha Dios le ha placido llamar a lo necio, y lo que no es; para
deshacer lo “que es” (1 Corintios 1:27,28). Y no solamente esto, sino
que con la autoridad que le da la experiencia nos recomienda hacernos
ignorantes para así poder llegar a ser sabios.
1
Corintios 3:18.
Por su llamamiento
y debido a la gran cantidad de lenguaje eterno utilizado en sus cartas, no
podemos pasar por alto algunos detalles de gran importancia en la vida de un
hombre que según la historia fue de
apariencia endeble e inofensiva pero que con su mensaje trastornó al mundo
entero de aquel entonces. Hechos 17:6.
Hablamos de Pablo,
también llamado el apóstol de la gracia.
1.
Como seguidor de Cristo fue
apartado para el evangelio y su apostolado (ordenado bajo la
dispensación de la gracia) le fue entregado para
obediencia a las naciones, por lo que cobra especial importancia prestar oído a
sus escritos. Romanos 1:1,5.
2.
Se hace llamar a sí mismo el
perito arquitecto o maestro de obras a quién se le comisionó poner el
fundamento que es Cristo y este resucitado.
. 1 Corintios 3:10,11;
Gálatas 3:1; 1 Corintios 2:2; 1:23.
3.
Testifica que su mensaje no fue
aprendido o recibido de hombre alguno, tampoco fue producto de un estudio
profundo de la palabra, sino le fue entregado por Cristo quién le subió al
cielo en donde le reveló su evangelio.
. Gálatas 1:11,12,16,17; 2
Corintios 12:2-4; Efesios 3:1-12.
4.
Reta a sus seguidores y opositores
a consultar la veracidad y confiabilidad de su mensaje con Cristo mismo. Romanos 16:25.
5.
El celo judío por su unión con los
gentiles, los misterios que este reveló y la no-comprensión de su mensaje o
lenguaje utilizado fue la causa de sus cadenas.
. . Romanos 11:13,14,28;
Efesios 3:1; Efesios 6:19,20.
6.
Este hombre a pesar de aventajar a
muchos (Gálatas
1:14), y de ser un líder altamente instruido por uno de
los más prestigiosos maestros de su tiempo (Hechos 22:3), no lo piensa dos veces para tenerlo todo por basura en comparación del
nuevo conocimiento de Cristo Jesús. Filipenses 3:4-10.
El lenguaje de dos siglos y el apóstol
Pablo.
Esta afirmación no
debería causarnos asombro alguno, puesto que desde tan trascendental
experiencia camino a Damasco, Pablo quedo marcado con un anhelo indescriptible
por conocer al Cristo resucitado y al poder de su resurrección (Hechos 9:4,5; 1 Corintios
2:2; Filipenses 3:10; Romanos 7:4; 2 Corintios 5:16).
Razón por lo que a todos recomienda: Si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que
llegue a ser sabio (1 Corintios 2:18). ¿Y por
qué es tan importante ser encontrado ignorante? Por la simple y sencilla razón
que su mensaje no encontró cabida entre “los doctores del saber”. Los sabios y
maduros de Corinto, a los que el apóstol llama niños. Caso contrario, a los
ignorantes llama maduros y es que estos han sabido crecer enriquecidos por la
sabiduría contenida en el lenguaje eterno de Dios.
1
Corintios 2:6,7,10.
Y es que, si bien
es cierto, la sabiduría de Dios es Cristo. También es cierto que el Cristo; El
verbo, se nos revela día con día a través de “la palabra espíritu”, que por ser
viva, es eterna y eficaz. Juan 6:63; Hebreos
4:12.
Los dos
lenguajes.
El lenguaje
apostólico, no solo es espiritual y carnal, sino que también es eterno y
temporal. Por lo que al estar escrito desde dos dimensiones opuestas es a
simple vista altamente contradictorio. La razón es sencilla, su mensaje está
dirigido a dos grupos distintos de cristianos a los que llama: Maduros o
espirituales y niños o carnales.
A los primeros escribe: . . hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría,
no de este siglo.ç(Ignorantes) . . más hablamos
sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra
gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo (*Sabios e instruidos) conoció . . lo cuál también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que
enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 1 Corintios 2: 6-8,13.
Y del grupo *rezagado expresa angustiosamente y en alguna
medida hasta con cierto matiz de resentimiento: De manera que yo, hermanos,
no
pude hablaros como a
espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo . .
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía.
.
1
Corintios 3:1,2.
Con tal de no
perder a ninguno de estos adultos, que como niños no terminaban de asimilar el
menú de fe; Pablo se ve constantemente en la obligación de cambiar (a veces con
brusquedad) de un lenguaje celestial o eterno a uno mucho
más humano o temporal, y todo esto por amor a los “adultos niños” o débiles en
la fe (Romanos
14:1; Hebreos 5:11-14). Por amor a quienes no solo está
dispuesto a sufrir; Si no también a complacer.
A
todos me he hecho de todo. (1 Corintios 9:22). Pues en todo caso: “El conocimiento envanece pero el amor edifica”. 1 Corintios 8:1.
A pesar de todas
los esfuerzos y concesiones hechas, el apóstol no logró atraer a todos hasta
“la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios” (Efesios 4:13), razón por la que fue catalogado por un sector como un apóstol muy
blando en su trato en contra “del pecado” de la iglesia. 1 Corintios 9:19-22;
2 Corintios 10:10; 11:21; Romanos 3:7;
2 Corintios 7:2.
Comentarios
Publicar un comentario