Conocimiento Bíblico Vs. Sabiduría Revelada. Parte N2. (La gloria y el orgullo de la letra que mata)




Por. Milton A Granados.

Conocimiento Bíblico Vs. Sabiduría Divina. Parte N.2



La gloria y el orgullo de la letra que mata.
·              La letra mata…el conocimiento envanece. 2 Corintios 3:16; I Corintios 8:1.

Nuestro Señor Jesucristo, continuamente se mantuvo rodeado de gente que triste e irónicamente fue cegada por la sabiduría proveniente de una impresionante formación y manejo escritural.

Recordemos que los judíos estaban supuestos a conocer e interpretar con exactitud el mensaje divino, puesto que con este propósito eran altamente preparados desde su niñez; basta con observar lo que el rabino Jehudah escribió en la misná:
A los 05 años se les enseñaba la lectura de la Biblia.
A los 10 años la Misná.
A los 13 años se les consideraba: Ligados a los mandamientos o hijos de la Ley.
(Algunos que destacaban a los 13 años se les enviaba a estudiar con un gran maestro como en el caso de Pablo).
A los 15 años se les enseñaba el estudio del Talmud.

Merrill C Teney en su libro: Nuestro Nuevo Testamento (Pg.127) nos confirma y amplia esta verdad.
Antes de que el niño fuera a la escuela, debía de haber aprendido ya en el hogar el Shema, o credo judío (Deuteronomio 6:4), al que se refirió el Señor Jesús cuando le preguntaron cuál era el más grande mandamiento de la ley (Mateo 22:35-38). Debía de haber memorizado también algunos pasajes de la Torah, algunos de los proverbios más familiares y algunos Salmos selectos. En la escuela tendría que repetir las palabras de la Torah cuando el maestro dirigiera los ejercicios. Acostumbraba el maestro sentarse en una plataforma teniendo a sus alumnos sentados en el suelo, formando semicírculo alrededor de él, así como Pablo se sentó “a los pies de Gamaliel” (Hechos 22:3). A medida que el discípulo avanzaba, recibía instrucción en la Mishna y en el Talmud, y si demostraba ser inteligente y observador acababa por enviarle a una de las escuelas profesionales de los escribas. 

No podemos pasar por alto el efecto letal que produce la letra cuando no está acompañada por la revelación divina. La muerte no es ajena a la mucha letra (2 Corintios 3:6). Y el estudio se había convertido en la etiqueta del orgullo y la arrogancia, que por estar colgando enfrente de sus ojos no les permitía ver más allá de la esfera de lo temporal y lo físico de nuestro espacio terrenal.

El nuevo pacto traería consigo la gloria de un nuevo ministerio; el viejo pacto (compuesto por leyes y reglamentos) y su ministerio de la letra, de condenación y de muerte solo pudo escribirse en piedra; y no en el corazón del hombre. Por el contrario, el nuevo pacto y su ministerio del espíritu y la justificación habría de producir vida a todo aquel que le recibiere. (2 Corintios 3:6-9) Es en algún modo comprensible que este nuevo pacto y su ministerio del espíritu con gloria, habría de ser difícilmente recibido por aquellos acostumbrados a contemplar la gloria pasajera y temporal de aquello que, aunque parecía eterno estaba destinado a desaparecer. (2 Corintios 3:7, 11)

No es de extrañar que el apóstol Pablo debió ser cegado, y se encontró a sí mismo en completa oscuridad antes de poder ver la luz de la verdad, de tal modo que “escamas cayeron de sus ojos” (Hechos 9:18). Escamas de creencias preconcebidas, de conocimiento humano adquirido religiosamente por el arduo estudio de las escrituras.

Sin duda tan formidable preparación y gran conocimiento acumulado desde su niñez fueron el principal impedimento de Saulo al no poder reconocer a Jesucristo como su Dios y Salvador. De tal modo, que irónicamente nos encontramos con un apasionado erudito que en su apego estricto a la letra de la ley se vio así mismo peleando en contra de su Maestro.

Es difícil evitar preguntarse ¿A cuántas de esas rígidas reglas (hermenéuticas, exegéticas y culturales), debió de renunciar el apóstol para dar paso a esta nueva y transformadora revelación? Ahora entendemos la razón por la que este hombre (debido a su propia vivencia) nos asegura que ha Dios le ha placido llamar a lo necio, y lo que no es; para deshacer lo “que es” (1 Corintios 1:27,28).

Y no solamente esto, sino que con la autoridad que le da la experiencia nos recomienda hacernos ignorantes para así llegar a ser sabios.   (1 Corintios 3:18). ¿Y por qué es tan importante ser encontrado ignorante? Por la simple y sencilla razón que su mensaje no encontró cabida entre el liderazgo de la Iglesia en Corinto. Aquellos que por el conocimiento adquirido del “hijo del hombre” y el ministerio terrenal que este cumplió predicando bajo el pacto de la ley el evangelio del reino dirigido específicamente al pueblo de Israel (Mateo 4:23; Marcos 7:26,27)

A estos líderes de la iglesia el apóstol les califica como a niños en la fe de Jesús.  Caso contrario sucede, con los que por no son doctos en la ley, ni sabios en el evangelio del reino predicado por Jesús señalando los tiempos de la futura caída y restauración final del pueblo de Israel.


Mateo 10. 5A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis.
Gálatas 2. 7Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 9y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.

Con estos que no eran los mejores representantes en cuanto al conocimiento, y quizá los menos indicados a la hora de tratar de dar explicación a alguna de las parábolas enseñadas por el Galileo; a estos fue que el apóstol Pablo pudo enriquecer con la sabiduría contenida en un lenguaje eterno que nos da la victoria posicional de la fe triunfadora de Cristo Jesús.  1 Corintios 2:6,7,10; Gálatas 2:20; 1 Juan 5:4.


Quizá sea este un buen momento para hacernos un pequeño examen y preguntarnos ¿qué tanto conocemos del espíritu de Cristo (Romanos 8:9) y la fe DE Jesús o espíritu de fe (Gálatas 2:20; 2 Corintios 4:13).? Quizá habremos adquirido mucho conocimiento al igual que los creyentes de Corinto sobre la fe en Jesús, pero todavía seguimos necesitando el crecimiento que obtenemos cuando por la fe en Jesús alcanzamos la fe de Jesús(Hebreos 12:2, Efesios 2:8, Romanos 3:26, Gálatas 2:16, Filipenses 3:9, Romanos 1:17)

Gálatas 2:15 …nosotros también hemos creído EN Jesucristo, para ser justificados por la fe DE Cristo.


Ahora, no podemos dejar de lado que sin duda para la gran mayoría de nosotros nuestra niñez fue uno de los mejores tiempos de nuestra vida; por otro lado, es claro que de los niños es el reino de los cielos. Sin embargo, y a pesar de esto, todos nosotros como hijos obedientes hemos sido llamados a crecer y por ende ser de ayuda para muchos otros que como niños también deberán aprender a caminar y a correr en pos de la salvación y liberación de todos aquellos que no han venido al conocimiento de la verdad. San Juan 8:32




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